“Queremos facilitar la detección y prevención de los TCA desde los contextos familiares”
“Existe bastante desinformación y desinterés por lo que implica establecer una buena relación con la comida”
“La educación de las personas del entorno de los adolescentes en la detección temprana de signos de alerta TCA o mala relación alimentaria es clave”
Hablamos con Bárbara Tena y Belén Serrano, creadoras de "Comer Libremente" que ganó la última edición del "Move on 2023" la iniciativa del CODiNuCoVa que presta apoyo económico a ideas y proyectos de personas colegiadas que redunden en un beneficio del colectivo.
¿Por qué un proyecto para prevenir los TCA entre adolescentes?
Consideramos que la cultura de la dieta cuenta llega a la sociedad, en concreto a los jóvenes, inculcando mensajes y conductas dañinas y, sin embargo, no existen medios para contrarrestar esta información y hablar de salud real y desde una perspectiva integral. Es decir, los/as jóvenes están expuestos a muchos factores de riesgo (redes sociales, familias y/o tutores desinformados/as, publicidad, etc.) y a ningún factor protector. Elegimos como población diana a los adolescentes porque sabemos que es la etapa vital más crítica para sufrir estos problemas alimentarios dado que se producen muchos cambios vitales (físicos, hormonales, emocionales, etc.) y la imagen corporal juega un papel muy importante.
¿Cuál es vuestra experiencia en este ámbito?
(Belén). Desde que estudiaba la carrera comencé a formarme en la rama de psiconutrición, escuchando y leyendo a otros profesionales. Hice mi Trabajo Final de Grado sobre “Trastornos de la Conducta Alimentaria desde una perspectiva sociocultural”, tutorizada por una docente del área de Sociología, donde pude profundizar e investigar sobre la gran influencia social y cultural de estos trastornos. Realicé distintas formaciones en TCA y Alimentación Consciente, que después he podido aplicar en la práctica clínica. También he realizado charlas en diferentes institutos de la Comunitat Valenciana sobre esta temática. Actualmente realizo consultas individualizadas enfocadas principalmente en mejorar la relación con la comida. Además, en este momento estoy estudiando el grado en Psicología, lo que me permite tener un enfoque más integrativo de la nutrición.
(Bárbara). Desde el inicio de mi carrera sabía que quería dedicarme a esta rama de la Nutrición, por lo que llevo desde ese mismo momento investigando y aprendiendo de otros profesionales expertos en TCA, así como realizando formaciones relacionadas con la psiconutrición. Empecé realizando las prácticas del máster en la Clínica CTA (hospital de día de pacientes con TCA) y actualmente colaboro con varios psicólogos/as y con un gabinete de psicología online atendiendo a personas de manera multidisciplinar en su recuperación de TCA o mala relación con la comida.
¿Qué queréis conseguir con “Comer Libremente”?
Queremos acercar a los/as adolescentes a una buena relación con la comida, para que sepan identificar las conductas alimentarias peligrosas y no las normalicen, tomen acción para cambiarlas y, de este modo, prevenir los TCA desde la raíz. Queremos, también, mejorar la conciencia y educación alimentaria para facilitar a los/as jóvenes a mantener una alimentación saludable respetuosa con ellos/as mismos/as a todos los niveles: mental, social y físico. Pero también queremos legar a las familias para educarlas en esta materia y facilitar la detección y prevención de los trastornos de la conducta alimentaria desde los contextos familiares. Además, a largo plazo, nos gustaría ampliar este proyecto para poder llegar a otras personas que conviven y educan a adolescentes, así como profesores y profesionales sanitarios. Como aspecto transversal de todo el proyecto queremos dar a conocer la figura del dietista - nutricionista, que sepan de nuestra labor y dónde poder pedir ayuda en el caso de que identifiquen conductas de riesgo con la comida.
¿Cuál diríais que es hoy en día la relación de los jóvenes y adolescentes con la comida?
En general, existe bastante desinformación y desinterés por una alimentación y estilo de vida saludable y, todavía más, con lo que implica establecer una buena relación con la comida. En muchas ocasiones, existen malos hábitos por parte de los familiares (como hacer dietas o fomentar falsas creencias) que los jóvenes aprenden. También hay una gran influencia por parte de las redes sociales y medios de comunicación y falta de referentes con diversidad corporal, que pueden dar lugar a malas relaciones con la comida y con el cuerpo.
¿Cómo se pueden prevenir los TCA?
Esta pregunta es complicada de contestar, pero nosotras consideramos que lo primero, al igual que en un tratamiento de recuperación de TCA, es concienciar y educar sobre lo que es un TCA y una mala relación con la comida y educar en alimentación saludable respetuosa con el cuerpo físico, pero también atendiendo a los contextos sociales y psicológicos. Es fundamental educar en qué es la cultura de la dieta y los diferentes medios por los que llega a la población, así como sus mensajes y mitos peligrosos que pueden perpetuar conductas de riesgo. Otro punto clave para nosotras, es la educación en la detección temprana de signos de alerta TCA o mala relación alimentaria por parte de las personas que se relacionan a diario con los/as adolescentes (familias, profesionales de la enseñanza, tutores, etc.), para poder identificarlo y saber cómo actuar en esos casos.
¿Cuáles son los principales problemas con los que os encontráis a la hora de que el paciente cambie sus hábitos de alimentación?
(Belén). Existen muchas resistencias que frenan el cambio en la mejora de hábitos y diría que la principal es que muchas personas esperan resultados rápidos. Vivimos en una sociedad que promueve la inmediatez y, cada vez más, se venden “fórmulas” milagrosas que prometen resultados rápidos y con poco esfuerzo. Pero el cambio que se puede mantener a largo plazo implica un proceso al que hay que dedicar tiempo, cuestionar creencias, cambiar patrones, confiar en uno mismo, ser constante, etc., y no todo el mundo está dispuesto a ello. En cuanto a la mala relación con la comida, en la mayoría de las ocasiones el propio paciente no es capaz de detectar que tiene un problema, por lo que es difícil trabajar desde ahí. Suelen ser procesos lentos en los que hay que desmontar y trabajar todo un sistema de creencias que se ha interiorizado durante años.
(Bárbara). Normalmente el mayor problema suele ser la falta de priorización del trabajo necesario para cambiar los hábitos alimentarios. Un cambio de alimentación a mejor no es algo que pueda hacerse de un día para otro. Se necesita constancia, trabajo en las dificultades, continuidad en la asistencia a las sesiones de nutrición personalizada, esfuerzo por aprender nuevas técnicas de organización y/o cocinado, etc. En cuanto a los casos de recuperación de TCA, el principal obstáculo para conseguir la recuperación es el propio miedo del/la paciente a verse recuperado/a. Es complejo, pero es así. Para no ver frenado el proceso en este punto, es súper importante el tratamiento conjunto con psicoterapia especialista en TCA.
¿Han cambiado los trastornos de la conducta alimentaria en los últimos años?
En las últimas décadas los TCA han aumentado significativamente debido a las presiones estéticas y los medios de comunicación, donde las redes sociales tienen un papel muy importante. También se ha visto un aumento después de la pandemia del COVID – 19 que ha afectado muchísimo a la salud mental y, por tanto, una de las consecuencias es el aumento de trastornos mentales como el TCA.
¿Cuáles son los más frecuentes?
Realmente, existen muchísimos tipos de TCA, aunque los más conocidos son Anorexia Nerviosa, Bulimia Nerviosa, Trastorno por Atracón, Vigorexia, Ortorexia y Trastornos de Conducta Alimentaria No Especificados (TCNAE). Otros menos conocidos pueden ser el trastorno de pica (comer cosas que no son alimentos), Drunkorexia (restringir alimentos y reemplazarlos por alcohol) o Potomanía (ingesta excesiva de líquidos). Bajo nuestro punto de vista, uno de los más comunes podría ser la Ortorexia, es un trastorno que se define por una obsesión por la comida saludable. En muchas ocasiones, el entorno premia conductas propias de este trastorno, ya que lo que se identifica desde fuera es que la persona “se cuida”, obviando que la obsesión puede afectar gravemente a la salud mental de estas personas. Por ejemplo, pasan muchas horas planificando comidas, macronutrientes, calorías, o compensando con ejercicio físico. Por otra parte, algunas personas pueden tener una mala relación con la comida, a pesar de que no encajen en ninguno de los criterios diagnósticos de TCA. Pueden presentar rasgos y actitudes similares y compatibles con Anorexia, Bulimia y Trastorno por atracón, lo que consideramos que también es bastante común.
¿Cómo se detecta un TCA?
Conociendo lo que son y sus principales características y sabiendo cuales son las principales señales de alarma. Las más comunes suelen ser: esconder comida, beber mucha agua durante las comidas y luego ir al baño y tardar un buen rato (se puede estar induciendo el vómito), encontrar comida en la basura o en lugares extraños, no salir a comer fuera en ambientes sociales o si se sale es con tupper, alimentarse siempre a base de ciertos alimentos (mínima variedad en la dieta), ver que la persona afectada corta siempre la comida en trocitos muy muy pequeños y/o que come extremadamente lento, descubrir que el/la afectado/a come a escondidas para estar solo/a y consume grandes cantidades, intentar modificar o controlar lo que comen sus familiares, encontrar diuréticos o laxantes, tener rituales determinados con la comida y con el momento ingesta (posiciones determinadas en el vaso, cubiertos, plato, orden de ingesta, posición de manos…). Todo esto son señales que pueden servir de “alarma” para que personas del entorno puedan identificar que existe un problema, pero no son criterios diagnósticos.
¿Por qué la comida tiene tanto impacto a nivel mental?
Nuestro mundo mental y emocional se relaciona con la comida desde una edad muy temprana. Desde la lactancia, el bebé comienza a asociar emociones con el proceso de alimentarse, a través del vínculo que se crea con la madre. La alimentación es emocional desde que nacemos. Durante nuestra vida, se dan muchas ocasiones en las que relacionamos la comida con diferentes estados emocionales. Se puede relacionar con emociones disfóricas (“negativas”) como tristeza, ansiedad, soledad, sensación de vacío… Lo cual puede acabar siendo problemático si no se aprenden otros recursos de afrontamiento. Pero también se puede relacionar con emociones eufóricas (“positivas”), como podría ser la felicidad en un momento de celebración (comer tarta el día de tu cumpleaños, brindar con champán si te toca la lotería, una reunión familiar…). Incluso, con emociones neutras, como comer por aburrimiento. La salud mental y la física son dos dimensiones de un mismo concepto porque no hay una sin la otra.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito de la Nutrición para revertir esta tendencia o paliar el impacto de los TCA?
No hay una forma determinada de contar cómo tratar la relación con la comida y las dietas desde nuestra visión como profesionales Dietistas-Nutricionistas. Depende de la persona, las tendencias de conductas alteradas o TCA que tenga, sus circunstancias y muchas cosas más, se elige una forma u otra de trabajar. La base suele ser educación alimentaria integrativa y con foco en la desmitificación de falsas creencias que estas personas puedan tener y perpetuar el problema, ejercicios enfocados a mejorar el autoconocimiento y consciencia alimentaria y otras herramientas de psiconutrición adaptadas a cada caso, así como una orientación en alimentación completa nutritiva y personalizada. También es impredecible un trabajo multidisciplinar con otros profesionales, principalmente de Psicología, aunque también pueden ser necesarios psiquiatras, médicos, enfermeros, etc.